¿Cómo puedo tocar más rápido? Esta es una pregunta que he hecho, y me han hecho, docenas de veces a lo largo de los años. El impulso que todos tenemos al sentarnos en una batería la primera vez es el de comprobar cuan deprisa podemos tocar. A unos les desaparece esa curiosidad al poco tiempo, en cuanto descubren cualquier otro aspecto del instrumento que pueda resultarles más atractivo a la hora de estudiar o practicar.
Otros, por el contrario, debido a la música que tocamos habitualmente, llevamos el desarrollo de la velocidad como una de las prioridades básicas de nuestra rutina de estudio. Tratamos de tocar cada vez más rápido mientras forzamos un poco más nuestros límites día tras día.
Este artículo nace de la necesidad de resolver una serie de dudas e interrogantes que nos han asaltado a todos alguna vez, en mayor o menor medida. Partamos de la base de que no hay verdades absolutas ni reglas impuestas en la música, apliquemos la lógica y así podremos ver qué es lo que hacemos bien y, por el contrario, qué factores nos impiden avanzar.
¿Estáis listos? ¡Vamos allá!
EL SET: COLOCACIÓN, MANTENIMIENTO Y TÉCNICA BÁSICA
Podemos asegurar que el gremio de bateristas de metal es el que contiene, con diferencia, un mayor número de lesionados. Y a más extremo el subgénero, más lesiones. Tendinitis en las muñecas (yo mismo he sufrido dos de estas), tendinitis en las rodillas y los codos, el síndrome del túnel carpiano, hernias… hay un sinfín de complicaciones que nos pueden mantener apartados de nuestros sets una larga temporada, e incluso en el peor de los casos, para siempre.
¿De dónde vienen todas esas lesiones? Seguro que es algo que os estaréis preguntando ahora mismo; y lo cierto es que pueden derivar de muchísimos factores de diversa índole.
En el metal, sobre todo el extremo, se usan baterías compuestas de muchos elementos. Al ser una música intensa y que por lo general se toca a un volumen estable y constante, para compensar la reducción del rango dinámico todos nos centramos más en explotar la faceta tímbrica del instrumento.
Así pues, es muy habitual el hecho de encontrarse kits de siete u ocho piezas, doce platos, octobans, rototoms y todo lo que se nos ocurra. Y conforme vamos añadiendo más y más elementos a nuestro set estándar, más complejo se vuelve el tema de tocar con eficiencia y soltura, por el simple motivo de gestionar todos los accesorios dentro del espacio disponible y colocar la batería de forma que estemos cómodos.
Aquí nos encontramos en la tesitura de que si no situamos todo el set lo más ergonómicamente posible (lo que implica una buena cantidad de horas en regular alturas, distancias, o angulaciones), con toda probabilidad nuestro cerebro «recolocará» el cuerpo de forma que empezaremos a adoptar posturas forzadas que pueden derivar en aparatosas lesiones. (Para un análisis detallado de todo esto, recomiendo encarecidamente el método de Pepo Busquets «primero, el batería», que podéis adquirir en www.bodyanddrums.com)
Y éste es un trabajo que hemos de realizar nosotros mismos, tomando como referencia nuestro propio cuerpo. Todos tenemos influencias, y todos hemos visto esa curiosa forma de colocar el china que tiene nuestro ídolo, o la separación que lleva entre los timbales, y hemos corrido a imitarlo pensando que, casi con seguridad, eso nos hará tocar mejor. Meeeec. Error.
Parémonos a pensar que cada cuerpo humano es un mundo, y aunque tenga unas generalidades en común (brazos, piernas, cabeza), los factores determinantes a la hora de tocar radican en sus particularidades. Si nosotros medimos 1,70 y nuestro ídolo 2,00 metros, es imposible que estemos cómodos tocando en una configuración basada en la suya. Sería como pretender ponernos su ropa y que nos sentara bien. Investiguemos, probemos y toquemos adaptando la batería a nuestra fisionomía, no adaptándonos nosotros al set, y dejemos de lado los criterios estéticos.
Es innegable que nuestro equipo jugará un papel fundamental en el desarrollo de la velocidad, pero tenemos que saber en qué concentrarnos y en qué no. Con unos pedales de gama media, e incluso baja, se pueden alcanzar velocidades muy altas, siempre y cuando estemos sentados en un sillín lo más estable y cómodo posible. En muchas ocasiones, alumnos y conocidos me han preguntado sobre los pedales de tracción directa (cuyo precio ronda en el mercado los 1000 euros) y a todos les he contestado lo mismo: aunque parezca mentira, el asiento va antes y es más importante que los pedales para tocar rápido. Me he encontrado varias veces con la situación de que la gente invierte en pedales Trick, Iron Cobra, Eliminator, Axis, Demon Drive… mientras que para tocar se sientan en el asiento más inestable y barato que había en la tienda. A veces, me han traído los pedales para que los examinara «Jose, no sé lo que pasa, pero no acabo de pillarles el punto a los ajustes… creo que los voy a vender…» y el problema no viene de los pedales, sino de que no están bien sentados.
Otras veces, nos cegamos tanto por el tema de la velocidad que dejamos de lado el factor más importante de nuestro kit: EL SONIDO. En conciertos en los que he tocado con la batería del telonero, a veces me he encontrado con el hecho de que la mayoría de parches, tanto el de bombo como los de los timbales, tenían unas abolladuras en las que se podría meter un caramelo. Un parche abollado ha perdido todas sus propiedades elásticas y es imposible de afinar, además de que no podremos beneficiarnos de su rebote natural… lo que no solo nos lleva a tocar un elemento que suena mal, sino también nos conduce a forzar las muñecas más de lo necesario.
Las baquetas también tienen una vida útil y un límite de desgaste a partir del cual no es conveniente usarlas. No es necesario que se rompan en mil pedazos para que podamos empezar con otro par. Una baqueta con la mitad de la bellota y el cuello desgastado de manera irregular no suena igual que una baqueta recién desenfundada (porque, amigos, ¡la madera suena!) ni en lo referente a calidad acústica, ni en lo concerniente a volumen. Así que si tocamos un parche abollado con una baqueta en mal estado, estamos sumando dos factores de peso extra a la, ya de por sí, dificultosa labor de tocar rápido.
Como comentábamos anteriormente, el metal extremo es un género que cuenta con un componente estético muy alto. Muñequeras de pinchos, cadenas, cinturones de balas… todos esos complementos nos pueden ayudar a conseguir la imagen que queremos reflejar sobre el escenario. El problema es que también son enemigos directos de la ergonomía y la higiene postural. Un cinturón de balas puede condicionar dramáticamente tu manera de tocar, del mismo modo que una muñequera de pinchos dificultará la circulación sanguínea e impedirá un movimiento libre de los tendones que van desde el antebrazo hasta la mano, y pasan a través de la muñeca. En este punto, deberíamos preguntarnos «¿Estética y apariencia, o salud?» Creo, amigos, que la respuesta es obvia.
Recopilando la información anterior, al sentarnos en una batería hemos de evitar colocarla mal, nunca forzar posturas, sentarnos bien, coger las baquetas adecuadamente y evitar detalles en la vestimenta que nos dificulten el trabajo. Esto me lleva a una conclusión muy interesante, la de que todo el mundo tiene muy claro el objetivo a perseguir (tocar deprisa), pero casi nadie sabe ni presta atención a cuáles son los puntos de partida más adecuados, y por eso el hecho de ser un batería rápido está visto como algo muchísimo más complejo de lo que es.
Nos vemos en la siguiente parte del artículo, donde hablaremos en profundidad de la velocidad y la musicalidad. ¡Hasta pronto!